El caramelo (adictivo) de Ryanair

Hoy publica el diario El País una interesante información (que puede consultar aquí) sobre el conflicto que mantiene Ryanair con la Generalitat de Catalunya, por el cual la aerolínea ya ha anunciado su salida de Reus y la drástica reducción de su actividad en Girona. Dado el protagonismo de la compañía low-cost en Sevilla, en el sector local ya han dado la voz de alarma, como publica hoy La Razón (ver aquí). No en vano, hay inquietantes paralelismos en lo que se revela como el modus operandi del extravagante Michael O'Leary y los suyos.

El plan es el siguiente: reduzco costes para atraer más viajeros que nadie, opero desde aeródromos secundarios para ponerlos en el mapa y, a cambio, recibo una generosa subvención de las instituciones locales por obrar el milagro del turismo en regiones periféricas. Cuando mi presencia en el aeropuerto en cuestión es determinante para hacerlo rentable o deficitario (o incluso para dejarlo vacío si decido marcharme), exijo mayores ayudas. Ryanair no es la única aerolínea que ha recibido incentivos de las administraciones locales (Air Nostrum, Vueling y Transavia, por ejemplo, también han tenido subvenciones), pero, según el esclarecedor reportaje de El País, ha sido quien ha perfeccionado la táctica.

Así parece haber actuado en Girona, donde consiguió que la terminal pasara en un lustro de recibir medio millón de viajeros (sobre todo en vuelos chárter) a 5,5 millones en 2008. En Sevilla operan 16 compañías, pero la aerolínea del arpa es la que acapara mayor presencia: tiene rutas con 36 destinos (de los 48 totales), y en 28 de ellos opera de manera exclusiva. Es decir, 58,3% de las rutas depende de Ryanair.

Según una nota de la compañía del pasado 18 de julio, cuando recibió al viajero 4 millones en el aeropuerto de San Pablo, "desde que Ryanair aterrizó en Sevilla en febrero de 2005, la aerolínea ha crecido hasta tener 3 aviones basados y 36 rutas directas, convirtiéndose en la aerolínea número 1 en el aeródromo sevillano. En noviembre de 2010, Ryanair inauguró su base operativa en Sevilla marcando la recuperación del aeropuerto. Según fuentes de Aena, el aeródromo hispalense ha experimentado un crecimiento mensual medio en 2011 superior al 20% en número de pasajeros transitados. En 2011 Ryanair transportará más de 2 millones de pasajeros desde/hacia Sevilla, sustentando más de 2.000 puestos de trabajo y afianzando su importancia para la recuperación del turismo y de la economía de Sevilla y su provincia".

En años anteriores trascendió el interés de Ryanair en recibir un estímulo económico para establecer una de sus bases en Sevilla. El blog del Viajero Invisible dio buena cuenta de las gestiones, como se puede consultar aquí y aquí. Meses después, y sin acuerdo aparente de por medio, Peter O'Toole, director de nuevas rutas de la compañía, convocó a los medios de comunicación en el Hotel Inglaterra para anunciar el asentamiento en Sevilla de su cuadragésimo cuarta base, prometiendo por entonces dos aviones, treinta rutas y 250 frecuencias semanales resultantes de una inversión de 140 millones de dólares (cerca de cien millones de euros) en el aeropuerto de San Pablo. De este modo, Ryanair incrementaría de 1,2 a 2 millones su cifra de pasajeros en Sevilla, al tiempo que aumentarían las frecuencias de rutas existentes. Todo ello se ha cumplido y superado a fecha de hoy.

Hasta ahora, la compañía irlandesa ha sido noticia por la precaria situación laboral de sus pilotos o por exponer a sus azafatas en bañador en un calendario, por sugerir ocurrencias como que sus viajeros puedan volar de pie o cobrar por usar el baño, por sus desencuentros con la Facua, por algún incidente molesto en San Pablo, por cometer errores (seguramente calculados) en sus promociones... Por todo tipo de razones estrafalarias, en definitiva. Pero también, o sobre todo, por sus mareantes cifras. Ryanair está en más aeropuertos españoles que nadie. Más incluso que Iberia.

Aena ya ha declarado que no subvenciona a ningún operador sino que, al contrario, les cobra las tasas correspondientes. Pero el gestor local, provincial o autonómico se encuentra ante el dilema de medicarse o no medicarse con la dulce medicina del turismo de resultados cortoplacistas, a sabiendas de que la experiencia dicta que probablemente traerá efectos secundarios.