La experiencia turística no está en las postales

Como si se tratara de un Callejeros de larga duración, aunque sin alcanzar las cotas de un show televisivo sensacionalista, Dominique Abel rodó en 2007 para Maestranza Films un documental cinematográfico sobre el flamenco en las Tres Mil Viviendas. Arte y marginalidad, curiosidad garantizada. Con idéntica receta, mejores intenciones y un enfoque hacia el viajero, el pasado 14 de julio tuvo lugar la primera actividad de 3.000 Vivencias. Rutas fuera de la guía, la empresa creada por dos sevillanas para abrir al mundo un barrio degradado y excluido de los circuitos turísticos.

En este caso, como se podrá contrastar próximamente en su sitio web y desde ya en su página en Facebook, los visitantes son llevados de forma segura hacia un espacio donde disfrutan de un espectáculo flamenco auténtico y una jornada gastronómica gitana. Nada que ver con los tablaos, se ha dicho, y me veo en la necesidad de aportar: "con todo el respeto hacia los tablaos".

La iniciativa pretende facilitar a los viajeros una experiencia verdadera de la Sevilla real, o al menos la Sevilla que no sale en las postales. Por otra parte, el barrio gana una pequeña porción de la tarta turística. Todos contentos. Y sin necesidad de exponerse como en el safari urbano que puede encontrarse en otras ciudades.

En efecto, las favelas de Rio de Janeiro, por ejemplo, son explotadas como reclamo turístico, ya sea por particulares o por compañías organizadas. El Bronx ya no es lo que era –afortunadamente para sus vecinos–, pero su fama aún da para organizar itinerarios turísticos y para tener su departamento turístico propio, este más constructivo. En Suráfrica, el Mundial de fútbol de 2010 sirvió para desmitificar algunas ciudades como Johannesburgo, considerada hasta hace unos años como una de las más peligrosas del mundo. La Cañada Real madrileña también tiene su ruta. No oficial, por supuesto.

En definitiva, turismo de aventura en la jungla de cristal. Construido en parte sobre la leyenda negra de un vecindario, pero sobre todo a partir de la buena gente que también lo habita.