Balance de fin de mes, año y década

Se acaba el año de la remontada. Así podría calificarse 2010, pero tiene trampa: 2009 puso muy fácil mejorar los guarismos. Si se repara en ello, la década al completo ha sido un continuo caer y levantarse para el turismo mundial y, por sinécdoque, también para el de Sevilla.

A falta de los datos de diciembre (que no se conocerán hasta finales de enero de 2011), la Encuesta de Ocupación Hotelera del Instituto Nacional de Estadística (INE) señala que en Sevilla se han registrado este año cuatro millones de pernoctaciones. Una cifra provisional que ya superaba el cómputo total del año anterior (3,95 millones), pero que se mantiene por debajo de las cifras del trienio dorado del turismo local, de 2006 a 2008.

2007 fue el año más satisfactorio para la hotelería local, con 4,84 millones de pernoctaciones. En abril de ese año se alcanzó la cifra mensual más alta de la década: 489.374 pernoctaciones en los hoteles sevillanos. Como reflejo de la recuperación, en abril de este año (mejor dato anual) las pernoctaciones se han acercado hasta las 460.416 pernoctaciones.

Durante los años de bonanza, las autoridades locales solían convocar a los medios de comunicación para dar cuenta de los sucesivos récords históricos de la ciudad, que podía vanagloriarse de ser "el tercer destino urbano del segundo país turístico del mundo". Nos hartamos de oír esa frase en boca de Manuel Rey y Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Y entonces llegó la crisis económica.

Recientemente hemos vuelto a recibir las buenas noticias por el canal oficial, síntoma de recuperación. Resumiendo la nota del pasado 27 de diciembre: 1,65 millones de viajeros se han alojado en los hoteles sevillanos hasta el 30 de noviembre, 3,88 millones de viajeros han pasado por el Aeropuerto de Sevilla-San Pablo, 1,17 millones a través de AVE, 12.603 por vía fluvial, más visitas a la Catedral o el Real Alcázar, consultas en las oficinas de turismo... Salvo las llegadas a Santa Justa, con significativos incrementos respecto al año anterior en todos los apartados. Pero no olviden el truco: 2009 fue un año discreto. Y una aportación más: los precios han sido revisados a la baja.

Aun así, son evidentes los indicios de que el turismo recupera el pulso, lo que agradece un tejido empresarial cada vez más tupido. Baste un ejemplo: sin contar los altibajos que se producen en temporada baja, el número de plazas hoteleras se ha ido incrementando año tras año. En junio de 2010 se ha alcanzado la mayor capacidad de la ciudad: 26.846.

Y eso que la década comenzó deprimida bajo los efectos de los atentados de Nueva York, allá por 2001. Aquello marcó una etapa en el turismo mundial. En 2004 el terrorismo volvía a atemorizar a los viajeros, el 11-M en Madrid. En 2008 comenzó la crisis económica global. En abril de 2010, un volcán islandés paralizaba el espacio aéreo provocando un impacto económico mayor que el del 11-S. Y para acabar la década, en el ámbito doméstico, el sabotaje de los controladores aéreos volvía a sacudir a la castigada industria del sector en pleno puente de diciembre. Demasiado ruido ambiental.

Pero el turismo no va de números, sino de experiencias. Han cambiado muchas cosas en este mundo: el creciente papel de Internet en la planificación e incluso contratación de los viajes, el 'boom' de las compañías low-cost, la competencia de mercados emergentes de países cercanos... 

En el apartado institucional, en Sevilla ha costado más de la década que finaliza alcanzar algunos objetivos de los que se viene hablando desde ya ni se recuerda: la configuración de la oficina de congresos (SCCB), el nuevo auditorio de Fibes y algún otro frente que se mantiene abierto. Más los nuevos y apasionantes retos, como los nuevos hábitos promovidos por las aplicaciones tecnológicas, la liberación de los servicios que trae la llamada Directiva Bolkestein, el definitivo aprovechamiento del Guadalquivir y todos los que se me quedan en el tintero. Pero ese análisis corresponde a la conclusión de la década que comienza en 2011.