Explotar los intangibles

El Grupo La Raza informa de la reapertura en noviembre de la Taberna Entre Cárceles, mítico establecimiento fundado en 1894 que en su nueva etapa se distinguirá por su oferta de vinos, gastronomía de calidad, leyendas e historia. En efecto, la taberna ocupa la que fuera la sala del cuerpo de guardia de la antigua Cárcel Real de Sevilla, donde estuvo preso Don Miguel de Cervantes por sus descontroles recaudatorios (o por su mala cabeza y afición al juego) y donde se cuenta que escribió parte de la novela española más editada en el mundo: Don Quijote de la Mancha. ¿Cómo se puede competir con eso?

Pedro Sánchez-Cuerda, director general de Grupo La Raza, ha declarado: "En estos momentos, aunque suponga un esfuerzo, es necesario seguir creando negocio y oportunidades. Hay que apostar por la creación de empleo [20 junto al otro establecimiento inaugurado en 2011, Los Corales, y 150 en el conjunto del grupo] y por el fomento del turismo y la restauración de calidad. Hay que dar a conocer a los visitantes de nuestra ciudad toda la historia que tenemos a la espalda, acompañada de buena gastronomía y en espacios emblemáticos. Pero sobre todo tenemos que darle a los sevillanos los lugares que son suyos por derecho".

La adquisición de Entre Cárceles entra dentro de la filosofía de Grupo La Raza de recuperar espacios históricos y señeros de Sevilla. La taberna pasará a ser la séptima división del Grupo, que cuenta hasta el momento con el emblemático Restaurante La Raza, situado en pleno Parque de María Luisa, y que fuera Pabellón de la Información en la Exposición Iberoamericana de 1929; La Raza Seises, ubicado en el Palacio Arzobispal, rodeado de restos arqueológicos romanos y con unas impresionantes vistas a la Giralda; La Hostería del Prado, fundada en 1946 y reabierta recientemente como centro gastronómico de la provincia; Los Corales, de reciente apertura y emplazado frente a la taberna Entre Cárceles, con el que se recupera la identidad del primer establecimiento que abriera Don José Rodríguez Cala, fundador del grupo.

Y como La Raza, otros establecimientos sevillanos saben aprovechar el filón del mito para hacer vivir al viajero una auténtica experiencia histórica, gastronómica y/o literaria. Ahí está la Hostería del Laurel, en la Plaza de los Venerables, aferrada al mito de Don Juan. O El Rinconcillo, con el aval de ser la taberna más antigua de la ciudad, con un azulejo que lo atestigua con la fecha de 1670. Siguiendo la estética más añeja, Casa Morales, incluidos sus barriles de la trastienda. O Casa Cuesta, un clásico trianero. Y qué decir de la salve rociera, luces fuera, de La Anselma cada medianoche. O del Bar Citroën, surgido como quiosco del Parque de María Luisa y erigido como concesionario accidental de automóviles.

Al final se nos queda una ruta gastronómica fundamentada en intangibles rica, rica. Será por dar a probar la ciudad a los viajeros...