lunes, 3 de enero de 2011

Turismo libre de humos


Ayer entró en vigor el endurecimiento de la ley antitabaco, que prohíbe el consumo de tabaco en todos los espacios públicos cerrados. Está claro que la gente no va a dejar de viajar porque no le permitan fumar, pero seguramente será más incómodo compaginar este hábito con la experiencia turística. Veamos cómo afecta al turismo esta restricción y cómo se beneficia de alguna de sus excepciones.

De entrada, el aeropuerto de Madrid-Barajas se ha deshecho de sus salas de fumadores, siendo el único de la red Aena que disponía de estas instalaciones. Por descontado, en las cafeterías de los aeropuertos tampoco se podrá encender el cigarrillo. Siguiendo con el transporte, el AVE hace años que prohibió fumar en los coches y en las estaciones tampoco hay estancias acondicionadas para el consumo de tabaco. Sin embargo, se puede fumar en las cubiertas de los barcos aunque no en el piso superior de un autobús turístico, que se considera medio de transporte urbano. ¿Y en un coche de caballos? Se entiende que sí, pero la norma, en principio clara, puede dar a numerosas particularidades.

En los hoteles, hostales y demás alojamientos turísticos se reserva un máximo del 30% de las habitaciones para fumadores, limitándose el consumo a estos espacios. Pasillos, ascensores, vestíbulos y demás dependencias quedan libres de humo. Incluso los salones para celebraciones y eventos en tanto que hay personal que trabaja en ellos. Lo mismo sucede en los restaurantes con capacidad para reuniones.

De hecho, los restaurantes son los más afectados por esta normativa y por ello son los que más han alzado la voz. Hasta el 2 de enero de 2011, los establecimientos menores de 100 metros cuadrados podían decidir si se fumaba o no, y en los mayores estaba prohibido salvo en áreas especialmente acondicionadas y separadas. Ahora no se podrá fumar en ningún local, rompiéndose así el matrimonio bien avenido del café o la copa con las volutas de humo. Los hosteleros afirman que perderán un 10% de la facturación y que eso se materializará en despidos.

Por tanto, el turista que quiera fumar se quedará en la terraza, una superficie en expansión. Por lo demás, la vida no cambia para el turismo por la aprobación de esta conflictiva medida sanitaria-económica.

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